30 Abr Estrés y procesos de fertilidad
Por Stéphanie Toulemonde, Coach de Fertilidad
El estrés es una realidad inevitable para quien está atravesando un proceso de reproducción asistida. En este sentido, es común que muchas personas con buenas intenciones nos brinden consejos, como la recomendación de relajarnos y pensar en otra cosa. Cuando estás en un proceso en el que hay tanto en juego como intentar concebir un bebé, un proyecto vital cuyo éxito, o no, puede cambiar nuestra vida; eso es muy difícil de conseguir, por no decir imposible.
Concebir una vida es un viaje lleno de incertidumbres sobre el cual tenemos poco control, ya que los protocolos, los tiempos y los resultados no están en nuestras manos. Cada etapa va acompañada de muchas emociones y factores de ansiedad como las citas médicas, las ecografías, las analíticas e inyecciones. ¿Cómo evitar pensar en ello cuando cada día nos inyectamos hormonas y nuestra agenda está repleta de citas médicas?
Reconocer las señales de estrés
El estrés es un elemento más en los procesos de fertilidad, pero eso no significa que no se pueda hacer nada para aliviarlo o experimentarlo de una manera un poco más positiva. Por esta razón es importante aprender a reconocer las señales que nuestro cuerpo experimenta. De esta manera podremos ayudar a controlar o limitar los efectos del estrés en el día a día durante los procesos de fertilidad.
Lo más importante es reconocer las señales del estrés. Se pueden manifestar de manera emocional (miedo, ansiedad, tristeza), física (cansancio, aceleración del ritmo cardíaco, sofocos, el corazón encogido) y mental (pensamientos negativos). Muchas veces, cuando estamos experimentando una situación difícil nos ponemos en “modo automático”, desconectándonos de nuestras emociones, llegando incluso a reprimirlas. Sin embargo, esto no las hace desaparecer, sino que crecen en nuestro interior y acaban alimentando aún más nuestro estrés.
Por eso es importante observarnos y reconocer qué nos ocurre. Una manera de lograrlo es, cinco minutos antes de ir a trabajar o iniciar tu día, entrevístate a ti misma para saber cómo estás. A nivel físico puedes preguntarte: ¿Cómo me siento? ¿Qué tensiones noto en mi cuerpo? ¿Hay dolor? Haz una revisión completa de todo tu cuerpo y observa los posibles dolores y tensiones. A nivel emocional puedes buscar dos palabras para definir cómo te sientes (esperanzada, agobiada, angustiada, con miedo, enfadada, etc.). El primer paso para entender tus emociones y no dejarte llevar por ellas es identificarlas y ponerles nombre.
No debes juzgarte por las emociones que sientes o los pensamientos que tienes, ya que todo lo que experimentas es natural y humano, propio de este viaje.
¿Cómo gestionarlo?
Una manera de calmar el estrés es a través del cuerpo con actividades como el deporte, el baile, el canto e incluso gritando. La idea es poder descargar las hormonas del estrés y generar sensaciones positivas de placer y bienestar. El cuerpo es una herramienta más, por lo que relajarlo puede ser una manera de prevenir los síntomas del estrés y ayudarnos a dormir mejor.
A mí, personalmente, me funciona muy bien la coherencia cardíaca para bajar de manera fácil y rápida el estrés. Algo parecido a la meditación, una herramienta muy poderosa para reducir y promover el bienestar durante el proceso de reproducción asistida. Si se practica de forma regular, se puede entrenar la mente para que se enfoque solamente en en el presente y ayudar a cultivar una sensación de calma interior.
Técnicas de meditación
Hay muchas técnicas, por lo que cada persona puede encontrar la que le vaya mejor.
Una de ellas es la meditación de atención plena, la cual consiste en prestar atención de forma consciente a las sensaciones corporales, los pensamientos y las emociones sin juzgarlos ni aferrarse a ellos. Esta práctica puede ayudar a reducir la rumiación mental y a cultivar una actitud de aceptación y comprensión hacia uno mismo. Uno de los beneficios de este tipo de meditación es que puedes utilizarla en momentos puntuales de tu día a día: si estás comiendo fija tu atención en los colores de los alimentos, la textura, el sabor, el olor, la temperatura, los ruidos, etc. O cuando estés dando un paso presta atención en la luz, el paisaje, las sensaciones físicas en tu cuerpo, en el calor del sol en tu piel, los ruidos, los olores, etc. Tienes que centrarte solamente en los cinco sentidos.
Otro tipo de meditación es la de la visualización, que consiste en cerrar los ojos y calmar poco a poco la respiración mientras imaginas un lugar de la naturaleza tranquilo y seguro, de confianza. Déjate llevar por tu imaginación para crear una sensación de paz y relajación profunda. Entonces, vuelve a tus cinco sentidos e imagina lo que ves en ese lugar seguro (la luz, el paisaje, los olores), lo que sientes (sensaciones físicas como la temperatura), lo que oyes (un río, el viento en los árboles, quizá algún animal) y lo que hueles (el césped, el mar, las flores).
Si te resulta difícil meditar sola puedes recurrir a las aplicaciones de meditación que existen o a las herramientas que hay en la web para ayudarte. Todo pasa por empezar, probar y practicar; cada persona tiene su propio ritmo y no hay que juzgarse a una misma. Piensa que, hagas lo que hagas, conectar con tus emociones y con tus sensaciones puede ayudarte a aliviar los síntomas del estrés y ansiedad para poder experimentar el proceso de manera más positiva.
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